
La Historia está llena de leyendas, de hechos, de sucesos, que tienen o han tenido que ver con la Ciencia, con la diferencia de que hasta hace relativamente pocos años, la mayoría de los fenómenos inexplicables para su época, el tiempo, inexorable, las iba poniendo en su sitio. Algunas sin embargo, permanecen sin resolver, sin explicar o simplemente sin ser suficientemente entendidos. Recuerdo que hace bastantes años, tantos que casi se me habían borrado de la memoria, tuve ocasión de presenciar, más bien de escuchar, una crónica que cambió mi vida para siempre.
Como suelen relatar los grandes novelistas, corrían los años cincuenta o sesenta del pasado siglo, yo era apenas un niño con pantalón corto, “bombachos”, que se decía entonces, aunque tengo entendido que todavía se les denomina del mismo modo, mientras caminaba por la antigua Plaza del Príncipe, al pasar cerca del Kiosco que siempre estuvo en aquella esquina, en el altavoz de la radio (Radio Club Tenerife, EAJ43 (hoy Cadena Ser) estaban retransmitiendo una señal muy peculiar. Era una especie de bip bip con cierta cadencia, que cambiada rápidamente de tonalidad y de intensidad. Escuché claramente que la grabación se repetía varias veces mientras el locutor comentaba que era la señal de una baliza que estaba a bordo de una nave espacial. Se trataba del Sputnik-1 lanzado el 4 de octubre de 1957 por la Unión Soviética, el primer satélite artificial de la historia. Han pasado unos cuantos lustros de aquella experiencia y hoy pienso en la cantidad de cambios que se han producido en todo este tiempo.
Primero fue la telegrafía sin hilos desde los comienzos de la radio hasta la aparición de la modulación de amplitud (AM). Este cambio fue bastante fácil de realizar porque, en transmisión, sólo era necesario añadir un sistema que incorporara una onda sonora en la portadora (continuous wave, CW); en recepción detectar y separar esa parte y aplicarla a un sistema de amplificación de la voz o música. Luego apareció la banda lateral única (SSB del inglés Single Side Band) allá por los años sesenta, que ya era bastante más complicada de realizar en casa. Nuestros equipos de AM no eran válidos ni para transmitir ni para recibir SSB, por lo que se hizo necesario crear nuevos diseños, nuevos equipos capaces de anular la onda portadora y separar las dos bandas laterales (USB y LSB), ¿se acuerdan del detector de producto? La Frecuencia Modulada (FM) tuvo su entrada en los equipos de frecuencias más elevadas, los populares “dos metros” 144 MHz y un poco más tarde los setenta centímetros. Por esa época, sólo los sabios se atrevían con frecuencias de 23 cm o más. Los 1.200 MHz eran y siguen siendo ideales para la televisión de aficionados (ATV), casi fuera de uso actualmente y sustituida con mucha ventaja por la DATV o televisión digital como la TDT comercial. A partir de esa frecuencia, pocos han sido capaces de entrar en las ultra altas frecuencias UHF, SHF, usada principalmente en Televisión vía satélite, radioenlaces y radares; EHF en radioastronomía y radares de alta definición, y mucho menos en THF.
Inexorablemente, esto nos lleva a fijarnos de lleno en el Espectro Electromagnético donde podemos apreciar el poquito espacio que ocupa el espectro radioeléctrico, tal y como la define la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo especializado de las Naciones Unidas con sede en Ginebra (Suiza) que es: «Las frecuencias del espectro electromagnético usadas para los servicios de difusión y servicios móviles, de policía, bomberos, radioastronomía, meteorología y fijos”. Por encima tenemos el mundo de las Microondas, el Infrarrojo, la Luz Visible, el Ultravioleta, los Rayos X y al final de todos ellos, los Rayos Gamma.
No nos queda más remedio que entrar, aunque solo sea de puntillas, en algunos detalles. Por ejemplo, la luz visible, que se descompone en todos los colores del Arco Iris, en longitudes de onda entre los 380 y los 750 nanómetros o su equivalente en las frecuencias de 400 y los 789 THz. Estas frecuencias son tan altas que se han tenido que inventar nuevas varas de medir como el ångströms (1) sin olvidar que la fibra óptica es el sustituto de los anticuados cables de cobre y que se vale precisamente de estas propiedades para transmitir señales a una velocidad y pureza inimaginables hace pocas décadas.
Si dejamos a un lado los ultravioleta y los rayos X y nos vamos directamente a la parte alta de la tabla, encontramos los rayos Gamma con longitud de ondas de aproximadamente 100 picometros (100 x 10-12 metros) o energías por fotón de por lo menos 10 keV. Este tipo de onda electromagnética oscila en una frecuencia de 3 exahertz (EHz, 10 elevado a 18 hertz, es decir, un quintillón de hercios). Un nanómetro equivale a 10 ångströms.
Los científicos dicen que esta frecuencia es la más alta alcanzada hasta la fecha, pero no sabemos si serán superadas por otras aún más altas. El telescopio MAGIC LST-1, situado en el Observatorio del Roque de Los Muchachos del Instituto de Astrofísica de Canarias entre otros, utilizan grandes espejos y cámaras ultra-rápidas para detectar los brevísimos destellos de luz azulada (luz Cherenkov) producidos por las cascadas de partículas subatómicas generadas en la interacción de los rayos gamma de muy alta energía con la atmósfera.